lunes, 30 de junio de 2014

Desmontando a Ivan



"Mira lo que consigo que haga Pavlov. En cuanto babee, él sonreirá y escribirá en su libreta"


Taumaturgia cotidiana


Quiero dar la bienvenida a cualquier persona que acabe topándose, de manera casual o intencionada, con este blog. Soy nuevo en estas lides, así que hablaré un poco de mí. Diremos que, básicamente, soy un observador profesional, una suerte de buscador de tesoros, un aprendiz de alquimista...
Todo eso y más cabe (según mi opinión) dentro de esta magnífica profesión que es la psicología.
Muchas personas, atribuyen a profesionales de la psicología un carácter fascinante, casi místico, lo que provoca la irritación de algunas y algunos colegas, que no cesan en su empeño por demostrar e ilustrar el carácter científico de esta estupenda disciplina alejada de trucos o fuegos de artificio. Este es un debate que, entiendo, depende de la capacidad que tengamos de acercar la psicología a la calle y desnudarla de tópicos o prejuicios, de hacerla más cotidiana y reconocible, más humana...y en eso andamos.
Dicho todo esto, sí quiero revelar el cariz asombroso que, al menos para mí como terapeuta, tiene la experiencia con pacientes. Toda terapia, aún siendo un proceso científicamente construido sobre bases sólidas y perfectamente estructuradas, emana sucesos extraordinarios. Casi podrían llamarse milagros, pero si algo ocurre, implica una posibilidad de existencia que el milagro descarta, ya que sólo sucede aquello que puede suceder. No los llamaremos milagros, me tomaré la licencia de llamarlos "Taumaturgia cotidiana", un lugar donde cabe la existencia del hecho extraordinario (que es posible aunque poco común).

Y ahí estás tú, un perfecto desconocido, sentado frente a una persona que te irá entregando poco a poco sus debilidades, para que puedas transformarlas, cual alquimista, en algo precioso o apreciado, sumergiéndote en el mar de sus dudas, linterna en mano hasta encontrar y hacer emerger esos tesoros que dormían discretamente en algún barco olvidado o sencillamente desconocido.

 El reencuentro de la persona con sus fortalezas, el instante fugaz en que empieza a vislumbrarse el final de la travesía, el descanso de saber que se puede compartir la desgracia o la satisfacción de la victoria sobre un enemigo otrora invencible...pequeñas grandes cosas que desde un sillón pueden observarse con asombro y que elevan al ser humano en momentos de grandeza que pueden sentirse, casi tocarse...ahí reside sin duda la magia de la psicología, ahí reside sin duda el carácter indescriptible de la relación terapéutica. Ahí, discretamente observando, trazando líneas en un mapa, brújula en mano está la gente que, con más o menos acierto, sostiene con fuerza el candil junto a alguien sumido en sombras, durante el tiempo que dura su trayecto por algún túnel del alma...